Entre el caudal de estrellas de quita y pon que hipotecan su talento para hacer una canción -¡sólo una!- que se mantenga en las listas de éxitos el máximo tiempo posible, que no suele ser demasiado, de vez en cuando sorprende al público un alud de honestidad que engancha, precisamente, por alejarse del boato y tener como epicentro el arte en lugar del éxito.
La frescura del cantante mexicano Carín León(Hermosillo, 1989) destaca entre los exponentes de la música regional de su país. Acumula cerca de 30 millones de oyentes mensuales en Spotify, el año pasado su disco Colmillo de leche se alzó con el Grammy Latinoa mejor álbum de música norteña y ahora, en el Hotel Santo Mauro, el artista presenta su nuevo trabajo, Boca Chueca, un contraataque a las críticas y los desprecios de la opinión pública.
«Boca Chueca tiene que ver con todo lo que los artistas, antes de serlo, nunca pensamos que vendría. Nosotros soñábamos con la fama, el dinero, el reconocimiento… Gracias a Dios te das cuenta de que esas son cosas muy triviales y que lo más importante es la música«, dice el cantante, de nombre real Óscar Armando Díaz de León.