Short n’ Sweet soy absolutamente yo. No hay un alter ego, pero definitivamente es una versión más acentuada de mí”, dijo Sabrina Carpenter a Vogue, sentada en una mesa al aire libre en Los Ángeles.

A sus 25 años, la ex estrella de Disney logró lo que pocos: transformar su imagen de ídolo juvenil en un fenómeno global del pop sin perder su esencia.

Su sexto álbum, Short n’ Sweet, debutó en el número uno del Billboard 200 y consolidó su identidad artística con una fusión de géneros que van del disco al folk, con letras que combinan humor, deseo y vulnerabilidad.

Con un show de alto impacto y un sentido estético que dio forma al estilo Brinacore, Carpenter convirtió sus conciertos en experiencias teatrales.

“Mis shows son ocasiones para vestirse elegante. A veces ni siquiera me reconocen cuando estoy entre el público, porque me visto como un niño pequeño la mayor parte del día”, comentó entre risas.

Su puesta en escena es un homenaje a los íconos del pasado con una reinterpretación moderna: corsés brillantes, babydollssensuales y referencias al coquettecore, todo acompañado de una presencia arrolladora en el escenario.

Su presencia en la moda se consolidó con colaboraciones con firmas como Dolce & Gabbana y Gucci, y su impacto es innegable. La evolución de Carpenter fue visual y musical. Canciones como Espresso y Please Please Please la convirtieron en una máquina de hits, acumulando millones de reproducciones en Spotify.