Los hermanos revelan la profunda transformación que sintieron cuando entendieron que “tener un propósito es más importante que llegar a la meta”. Más sinceros que nunca, hablan sobre las lecciones que aprendieron, el engaño de las métricas, la ansiedad, lo más complejo de ser “hijos de” (Ricardo Montaner) y su emocionante regreso a Venezuela.
Más maduros pero igual de desfachatados que siempre. Mau y Ricky llegan de comer una entraña muy a punto que casi arruina uno de sus uniformes de su etapa Hotel Caracas, su tercer álbum de estudio. Pero nada que no se pueda solucionar bien a lo argentino, con un repasador húmedo con agua tibia.
Antes de arrancar, en pleno back, no falta el café de especialidad para Mau, ni las reproducciones de un video que los hace estallar de risa. En la imagen, en pleno vivo en Olga, ambos se bajan de la camioneta para saltar como chicos uniéndose a un grupo de fans.
Ricky: –Efectivamente. Yo lo he vivido esto como un antes y un después para nuestra carrera creativa, sin lugar a dudas. Fue el álbum que más hemos disfrutado hacer de todos porque por varios motivos. Uno, yo no sé si es la edad o qué, pero uno empieza a entender también que uno pasa mucho tiempo diseñando el destino y la meta, pero también es importante diseñar el proceso. Uno también quiere pasarlo bien ahí, entonces no sólo estamos orgullosos del producto final. El camino fue increíble y lo hicimos junto a muchos amigos.
Sin sentir la presión de “pero si hago esto, capaz no funciona”. Nos quitamos todas las presiones que uno se va metiendo en la cabeza pensando que hay que seguir ciertos patrones. Y volvimos a tener esa curiosidad que siempre tuvimos al comienzo de nuestra carrera, esto de querer hacer algo que nunca se había hecho antes.