La cantante y el agente inmobiliario se casaron a finales de 2021 y se separaron este verano. Tenían firmado un acuerdo prenupcial, pero lo más importante ha sido blindar su privacidad.

A mediados de julio se conocía otro de los divorcios del verano. La artista Ariana Grande, de 30 años, se separaba de su marido, Dalton Gomez, de 28, un agente inmobiliario con quien se había casado dos años antes en una ceremonia secreta. La sorpresa por la ruptura fue aumentando días después, cuando se supo que habían roto meses antes, a principios de año, y que la cantante y también actriz, que prepara estos meses la versión para la gran pantalla del musical Wicked, estaba saliendo con uno de sus compañeros de reparto, Ethan Slater, que hasta hace pocas semanas también estaba casado. Con su trabajo paralizado a causa de la huelga de actores, la estrella no deja de estar en el ojo público por su vida personal. Y ahora vuelve a estar porque se han conocido los detalles de su millonario divorcio con Gomez, a quien también se ha visto hace pocos días besándose con una actriz.

Un acuerdo que demuestra que, aunque la pareja se haya roto, sus detalles seguirán siendo única y exclusivamente para ellos y su fugaz historia, probablemente, jamás sea conocida para el gran público.

Grande y Gomez pidieron el divorcio de manera formal a mediados de septiembre, y parece que ellos y sus poderosos abogados han dado con la solución en menos de un mes. El acuerdo de divorcio establece que ambos recuperarán su soltería el 19 de marzo de 2024. A Grande la ha representado Laura Wasser, la célebre letrada que ha representado a mediáticos clientes como Johnny Depp, Kim Kardashian y, más recientemente, Kevin Costner. La filtración de los términos del divorcio, que han logrado medios como The Blast —que cita extractos enteros del acuerdo— y corrobora Page Six, deja ver que la pareja tenía un acuerdo prenupcial y que, más que el dinero, lo más importante para la vocalista es la cuestión de la privacidad. Ambos han sellado el fin de su matrimonio de forma rápida y, al parecer, amistosa.

En la cuestión monetaria, Dalton recibirá un solo pago de 1.250.000 dólares por parte de Grande y, tras ello, no tendrá derecho a ningún tipo de apoyo financiero ni pensión posterior. “La renuncia a la manutención conyugal de forma permanente no es modificable, independientemente de los cambios en las circunstancias de salud o financieras de cualquiera de las dos partes”, se lee en el escrito. Grande también se hará cargo de los gastos de los abogados de Gomez, unos 25.000 dólares.

Durante 30 días, Gomez tiene derecho a usar sin coste la casa en la que ambos han vivido durante los últimos años en Los Ángeles, California, y en la que pasaron juntos la pandemia. En ese tiempo, él no puede alquilársela a nadie. La pareja pretende liquidar la hipoteca restante, de unos seis millones de dólares, vendiendo la casa. Como era una propiedad en común, se repartirán lo obtenido al 50%, así como los muebles y todo el contenido de la casa. Ella, por su parte, conservará todas sus cosas: “Coches, ropa, joyas, diversos objetos personales, su pintura de Nara, sus ganancias y lo acumulado en cualquier momento, también antes, durante y después del matrimonio”. La pintura destacada de forma especial entre el resto hace referencia a un retrato suyo pintado por el cotizado artista japonés Yoshitomo Nara.

Pero lo más llamativo es el blindado acuerdo de privacidad de la pareja. Aunque está firmado por las dos partes, claramente Grande, una superestrella mundial con 380 millones de seguidores en Instagram y varios Grammy, es el sujeto pasivo del acuerdo, dirigido a que Gomez se mantenga en silencio. Con él se impide que Gomez pueda contar una sola palabra donde se den detalles de su relación. No podrá “conceder entrevistas, escribir, aparecer en conexiones, ayudar o cooperar en la preparación de presentaciones y libros, artículos, entrevistas, programas ni otras producciones o publicaciones de cualquier tipo que tengan que ver con la tercera parte”, es decir, con su ya exmujer.

Además, ambas partes han llegado a un acuerdo para evitar “el lanzamiento, la divulgación o la publicación de cualquier fotografía (negativos incluidos), cinta, películas y similares, creadas ahora o en el futuro, o cualquier grabación de cualquier aspecto, cualquier actividad o en cualquier casa, oficina o propiedad”. Es decir, queda prohibido que hagan documentales o aprovechen el tirón para contar su historia en miniseries o películas autobiográficas. Al parecer, el acuerdo no tiene fecha de terminación, por lo que esta unión de apenas dos años les ataría de por vida.